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Este Blog del Centro Cultural Fortunato Lacamera, surge impulsado por la voluntad de abrir un nuevo canal de comunicación con la comunidad. Es que la gratificante y movilizadora experiencia de participar en un Centro Cultural Barrial dibuja en el horizonte del vecino un inagotable campo creativo. Visto desde la perspectiva individual, un niño trasponiendo una vez más al día la puerta de la escuela, un joven practicando los pasos de esa melodía que a diario escucha en su casa, un adulto sintiendo que al dejar la oficina, la fábrica o su tarea diaria le falta todavía la parte seguramente más sustanciosa del día, asistir a su taller en el Centro Cultural, o un adulto mayor que ha comprobado cabalmente que nunca es tarde para empezar, para tomar los pinceles, para aprender el "paso básico", para afinar y vocalizar, para salir a escena, o para despuntar aquella "vocación" que fue quedando a lo largo de la vida para mejor oportunidad o para descubrir en nosotros mismos una vena artística que nunca hubiéramos imaginado.La cultura no es un producto elaborado o formateado que se produce en determinado lugar, la cultura es la información, el aprendizaje, la disciplina, el esfuerzo, el goce espiritual, el compromiso con nosotros mismos y nuestra comunidad, todas las acciones que acometemos por encima de los condicionamientos de lo material. Es por todo eso que somos nosotros mismos quienes producimos el hecho cultural y de ahí nuestro aporte al conjunto, a una mejor calidad de vida y al delineado permanente de los perfiles de nuestra identidad latinoamericana.

Equipo de Conducción.

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lunes, 15 de septiembre de 2008

Taller de Cuento

ENSUEÑO DEL NO VACIO

“Desperté e intuí que no
había pasado un día”.
La mujer astral

... Sí, el escepticismo nos llevó a desdeñar las advertencias de la mujer astral, la de los cabellos de flama, cuando por primera vez tuvo sueños nocturnos.
­­ --- En mitad de este sueño desperté de repente, temblando, abrazada a mí misma. Mas sólo desperté para adquirir el convencimiento de que estaba soñando...
De haber estado atentos a esos sueños llenos de presagios, esto no hubiera ocurrido.
---... Tal vez, esa noche que me rodeaba, había sido creada; tal vez yo misma la imaginé, la aumenté. Mas era preciso que soñando siguiera, so pena de sucumbir, como una especie de sonámbulo que vuelve del otro lado y necesita seguir soñando para no desplomarse.
Es por eso que ahora estoy aquí montando estas extrañas escaleras de metal que me devuelven en contra de mi voluntad a espacios iguales a los anteriores.
En sus visiones nos hablaba de un eclipse del tiempo, donde en un cielo despejado se veía a la luna rodeada de un triple halo:
“El primero era de un color amarillo”.
“El segundo era verde oscuro”.
“El tercero era como una humareda gris”.
Hubo que verla el séptimo día, del séptimo mes, trepando la colina de las siete grutas, donde las ancianas sibilas develarían a través de su boca las visiones.
Hubo que verlas encaramadas sobre el trípode profético, desplegando con sus tortuosas y arrugadas manos las tablas astrológicas, pariendo las profecías:
“Sobrevendrá un tiempo... Los Patriarcas han de disparar sus herméticos discursos adormecedores y aún, cuando hablaren de paz y seguridad, sobrevendrá de repente la ruina.
Los guardianes han de tomar por asalto el vacío. En su lugar, erigirán enormes pabellones repletos de abalorios.
Se domesticarán a las gentes que sin poder pensar, como en sueños, posarán sus miradas sobre todas las cosas buscando una facilidad momentánea, extremada sobre todo lo que les ofrecen.
Renunciando a la imaginación le darán la espalda a los bosques, a los mares; olvidarán sus lecturas, sus viejas luchas. Todo se quedará quieto como sin tiempo”.
Hubo que ver, cuando ese día del que ya nadie recuerda su color llegó, cómo con indiferencia nos encogimos de hombros, volteando nuestras cabezas.
Hubo que ver, entre el polvo de los escombros, desaparecían los antiguos lugares que solíamos frecuentar en compañía de nuestros amigos, olvidando nuestras charlas llenas de ideales... ¿Cómo juzgar el miedo de los que nos dejamos vencer? Si en vez de modernos San Jorges, que hiriéramos el tiempo fatal, nos quedamos fascinados por el asombro al descubrir en su lugar desmesurados edificios, como murallas; oníricos almacenes de ramos generales invitándonos libremente a entrar.
Ya nada queda por hacer, si es que algo quedaba por hacer.
Sin moverme desciendo por peldaños hechos de aire, contemplo seres de rostros iguales deambulando por los pasillos, deteniéndose frente a los escaparates repletos de abalorios para un uso futuro con los ojos llenos de vértigo.
Asusta saber que no ha de hallarse una salida.
Mis ojos giran erráticos en sus cuencas, sin finalidad, por estos corredores de espacios indecisos y me pierdo en galerías transparentes.
Los colosales ventanales espejados devuelven la abominable faz de un cíclope. Abajo, una ciudad sin arrabales.
La aurora descubre en los umbrales niños dormidos con los puños apretados.

González Carlos